Ninguna
manifestación espiritual, visión sobrenatural, “revelación” o experiencia personal
está sobre la autoridad de la Palabra de Dios. La Biblia nos enseña que en otro
tiempo Dios hablaba muchas veces y de muchas maneras y también por los
profetas, sin embargo, en estos últimos días nos habla claramente por medio del
Hijo (He 1.1,2), que es la Palabra, el Verbo de Dios (Jn 1.1-3; Ro 16.25,26).
Solamente escudriñando y analizando las Escrituras podremos conocer más de
Cristo (Jn 5.39,46,47; 20.30,31) y del poder de Dios (Mt 22.29; Mc 12.24). Entendemos
por las Escrituras, que no debemos pensar más de lo que está escrito (1 Co
4.6), sabiendo que las cosas ocultas pertenecen al Señor, mas las reveladas son
para nosotros y nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todos sus preceptos
(Dt 29.29). Valoremos lo que está escrito, porque todo lo que dantes fue
escrito, para nuestra enseñanza fue escrito, para que por la paciencia y
consolación de las Escrituras tengamos esperanza (Rm 15.4 cf. Jn 20.30,31).
Toda Escritura es útil para enseñar, para redargüir, para corregir y para
instruir en justicia (2 Ti 3.16). La Palabra de Dios es viva y eficaz, es
penetrante y discierne todo (He 4.12,13). Única
fuente plenamente divina y de autoridad espiritual, la Palabra de Dios nos revela
que la iglesia está fundamentada
únicamente en la doctrina de Cristo (Mt 7.24-29; Jn 8.31,32; Hch 2.42; 1 Co
3.11; Ef 2.20,21; 2 Jn 1.9). Las enseñanzas del Maestro nos señalan el único
evangelio a ser seguido, vivido y predicado (Mr 13.10; 16.15; Ro 1.16; 1 Co
1.10; Gá 1.6-9; Ef 1.13). ¡Volvamos a la Palabra! ¡Volvamos al Evangelio puro
de nuestro Señor Jesús!
Por Elder Dayvid Morais
Misionero en Guayaqul, Ecuador.